Es insensible la tarde, sin apego.
Se oculta entre nubes el sol.
Tímido, distante, sin aliento.
En este apresurado ocaso
los colores se descomponen,
se reaniman las sombras.
Presiento que mis ojos se nublan
abatidos por recuerdos, por imágenes
que la retina atrapó otras tardes, otros ocasos.
El viento mueve algunas hojas solitarias
que sobreviven en los árboles.
El aroma de un beso invade mis sentidos.
Cierro los ojos.
Siento otros labios
desjugándose en los míos,
saciándose de dulzor,
de suave frescura.
-Me resisto al instante-
Despierto de esta quimera
atrapado en los ojos de las calles.
Espero que la noche me envuelva,
que el silencio de la madrugada
me ofrezca un nuevo sueño.
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