12/15/2006

El Colecionista de Momentos.



PRÓLOGO

Al amable lector.
Tienes en tus manos una obra rara. Porque raro es en los tiempos que corren darte de bruces con un poeta obrero. Es lo que a mí me ha ocurrido. Un caprichoso pero venturoso azar me ha propiciado la ocasión de acceder recientemente al obrero y a la obra de Marcos Jiménez, un albañil que, si no aceite de las piedras, ha sabido sacar poesía del ladrillo, versos del hormigón. Y eso en los tiempos que corren.

Quienes hemos recibido una formación académica tradicional solemos en estos casos adoptar una posición entre paternalista y condescendiente; el concepto de poeta obrero, de formación autodidacta, nos resulta simpático, y es política y socialmente correcto esparcir loas y estímulos para que el autor se adentre en el itinerario de las musas.

Pues esas cautelas aquí no nos sirven. Ante todo adelanto que si bien el autor es un obrero, su poesía no lo es. No es poesía de combate, de reivindicación. No es poesía social. Es lírica. Desde el andamio, pero lírica. Es reflexión, tristeza, sensaciones…

Estamos ante unos paisajes, unos flashes fundamentalmente urbanos. Si aparece lo rural, lo agreste, "la alabanza de aldea", es como nostalgia, como ausencia, como carencia. Por eso, en un momento dado exclama:

Miré a mi alrededor y solo vi puertas.

Sin duda el poeta preferiría la lujuriosa vitalidad de los veranos de su Torrepoerogil natal, donde

Las mariposas sobreviven a sus alas
y las parras se embriagan
de racimos habladores.

Sus versos, desiguales y contundentes, alcanzan a veces una crudeza tan inesperada como sugestiva:

Llora el rompeolas lágrimas de patera
en el corazón de los hombres.

Los carteros de su barrio (ecos / que quiebran la distancia) son en sus motocicletas postales:

Gorrioncillas que vuelan
a lomos de saltamontes amarillos.

Podemos multiplicar las muestras, pero queden ahí para que el lector las descubra. No quedará defraudado.

Es este el primer libro de Marcos Jiménez, y como primerizo adolece de cierta tosquedad formal. Pero eso es precisamente lo que lo hace distinto. Nuestro autor, además, distribuye ad libitum imágenes, sensaciones, comparaciones y metáforas, guiado sólo por su intuición poética. Sin posteriores ajustes retóricos.

Por otra parte no resulta difícil rastrear algunas de sus lecturas (a veces apuntadas por el mismo): Saramago, por ejemplo o Lorca:

Estallaron las campanas
su voz de cántaro
sorprende a las ranas encantadas.
  
Pero lo que invita a la lectura de este poemario, lo que lo singulariza, es el halo  de proximidad, de vivencias reales y diarias (como puede ser un tetrabrik de vino) que se transforman en poesía (sencilla unas veces, compleja otras).

Marcos Jiménez, en este hermoso libro, nos señala, como apunta en su poema Otoños

Una ruta subrayada
en los mapas de nuestra conciencia. 
                                                               Jesús M. Morata
                                                    Doctor en Filología Hispánica.

11/28/2006

REFLEXIONES DE UN DÍA CUALQUIERA

¿ Que somos en una tarde de invierno
sino el desaliento de una nube
que busca su lluvia ?

Cuando la vida nos invita a deshoras
me pregunto:
¿Quién enhebrará mis ojos?

El descompas es un desatino
perdido en los tiempos.

Nuestro andar por los años
es una asignatura deshojada
en los párrafos de la vida.

El descontento
es una quebrada en la voz
de los ritmos descompuestos.

Solo un transito
de apresurados retrasos.

El silencio nos mira
saturado de voces.

Los latidos del bosque
relatan historias de amor y de odio
a las amapolas inertes
en la prisión del otoño.

El Coleccionista De Momentos

MIS PÁJAROS

Sobre armarios de otoño
se abrigan los fantasmas de almidón.

Aprendices de castaño indeciso
descubren
el verano que se aleja.

Sus cuerpos sobresaltados
se ofrecen al viento que despertó.

Sus labios de caracola
recitan en las olas
buscadoras de amor.

La crueldad les acecha
donde el bosque llora.

Su fragilidad de espejo
observa aturdida
nuestro interior de mazmorra.

La puerta de sus nidos
se oculta insegura
y sus latidos se detienen.

Mis pájaros me quieren
y me regalan sonrisas.

Mis pájaros me hechizan
como una octavilla rebelde
que vuela con rostro confiado.

El Coleccionista De Momentos

EL CARTERO

El correo temprano
llevó una carta a Violeta
de libertad prisionera.

Un golpe de silbato
anunciaba la llegada
de palomas mensajeras.

Águilas con carteras de cuero
bordadas de florecillas,
llevan a padres distanciados
un aliento de consuelo.

Gorrioncillas que vuelan
a lomos de saltamontes amarillos,
regresan con besos prohibidos
que duermen en blancos pañuelos.

Existían sobres enlutados
que viajaban timbrados de duelo.

Los carteros son ecos
que quiebran la distancia.
Ondas de luz entre molinos
que nos hablan del viento.

Del sol del verano,
de la lluvia del invierno.

El Coleccionista De Momentos

QUÉ QUIERO SER

Quiero ser un poema para todos.

Quiero ser aire
ante los indecisos,
ante los intolerantes
que miran al cielo
sin ver los iones
que franquician sus insolvencias.

Quiero ser bandera carcomida
en el desconsuelo de baúles.
Espada aturdida
que recita en los duelos
al compás de las golondrinas.

Quiero ser incendio
en las llamas de un trayecto
solo de ida.

Y sobre todo
quiero ser lluvia.
Lluvia que borre las lagrimas innecesarias.
Las huellas involuntarias.
Las frases reprimidas.

Qué quiero ser, si ya soy
un ave herida
que solo el viento alza
para ver la bahía.

Solo polvo en los ojos.
Tantas veces: solo desierto.
Solo voz imparable.
Solo proyecto inalcanzable.

Y a la vez
melancolía turbia
que el vaso vierte mi garganta.

Espantapájaros nómada
que traslada su equipaje
de nidos y estambres.

Adormidera risueña
que el cuerpo espanta
para regresar a su piel de niño.

El Coleccionista De Momentos

CHAVARINO

El aroma de la vega granadina
despierta a los pajarillos perezosos.

Campos armoniosos
en su calidad de madre.
Salvajes en su condición de fértiles.

Las ranas cantan al camino,
y en la venta
el vino desorienta el reloj.

Las acequias generosas
reman en los duelos de azadones.

Al atardecer, las cumbres se adormecen
de palidez, pariendo un aguacero
de colores
que se pierden por los montes.

Un amalgama de siluetas
delatan a pescadores de ortigas
sembrando nubarrones.

Rebosa de nuevo
el vino entre las jarras
y se armonizan los recuerdos.

El semblante del ventero
vierte su alma de guitarra.

Cacareo de gallinas.
Cotilleo de hortelanos.

Ventana misteriosa
de los chopos cimbreados.

El Coleccionista De Momentos

11/27/2006

CONFIDENCIAS CON LA LUNA

Quiero ser besana agreste
donde los arados de la noche
se confundan con la luna.

Tímida luna
que observa la noche
con traje de comisura.

Tímida noche
que buscas la luna.

Quiero ser marea dormida
y que tu aliento
me despierte.

Luna de comisura
tímida y agreste.

Quiero ser un coyote
que sobre tu rostro
dibuje el horizonte.

Luna hechicera
que mira los montes.

Tímida luna
de seda y espuma.

El Coleccionista De Momentos

CAMPOS DE MARIONETAS

Silenciosas torres de hielo
se alzan al viento
en la noche fría.

Las manos se separan de los dedos
llorando melancolías
y segando el jardín de los sueños.

Ancianas nubes
deambulan perdidas
en campos de lluvias.

Infinitos campos
de marionetas de cartón,
con los ojos de ceniza
y el corazón de alambre,
buscan su veleta
en la borrasca incierta de la vida.

Arroyuelos congelados
donde las almas se miran.
Transportes de fuego y risas.
Calaveras blancas y jóvenes
que se amontonan en las oficinas.

Llora el rompeolas lágrimas de patera
en la garganta del mar de los hombres.

Olivos de campos lejanos
recogen cosechas de hormigón.
Serpentean delgados
los hilos de las hogueras
y regresan las marionetas
sobre un techo enrojecido
que devora libertad.

El sol avergonzado
en la sabana despierta.

El Coleccionista De Momentos

NUEVAS LLUVIAS

Con el nuevo tintineo en los cristales
despiertan las primaveras de las sobremesas.

Los solitarios demacrados de invierno
sueñan con viñedos alegres
que pasean diáfanos
en el transitar de la carretera.

Dicen los sabios de la edad
que los brotes en los charcos
son despensas de agrado,
entre el amor
y las noches con paciencia.

Los pajarillos
libres de engaño
se zambullen
en el llanto de las nubes.

Los tejados
son pañuelos apresurados
que retornan a los ríos del cuerpo.

El Coleccionista De Momentos

EL VERANO

Un tortuoso silencio
convierte el asfalto de las ciudades
en un manantial de infiernos.

Los cuerpos perezosos
se obligan a movimientos
que delatan su corazón de pozo.

Miradas atropelladas de distancia
subliman espejismos
donde los escaparates mal vestidos
manifiestan su disconformidad.

Las calles huecas
y las prisas de las carreteras
detestan la pasividad de las horas sin vida.

Cuentan los almanaques los días.
Los días piensan en los almanaques
que esperan tranquilos
romper la monotonía de las estaciones.

Las mariposas sobreviven a sus alas
y las parras se embriagan
de racimos habladores.

Las noches de conversaciones
observadoras de grillos
esperan una mañana de despertares.

Quisiera romper el verano
las puertas y las sombras.
Viajar sobre la luna
por un mar enfadado de olas.

El Coleccionista De Momentos

BESOS DE DUENDE

( a la memoria de Paco Enamorado)

Árbol.
Solo árbol.
Nido de fugaz campanario.

Solo árbol,
mensajero de palabras
que desconciertan los abecedarios.

Las calles te regalaron
alas de cáñamo,
nenúfar a la deriva.

Estanque placentero
que mira los álamos.

Pájaro y árbol.
Y nido solitario.

Desdibujaron los lápices
los cuadernos desordenados
de la tarde,
almendro mal herido
por la escarcha.

Campo aturdido
inseminado por cigarras.

Ausencia innecesaria,
como todas las ausencias.

Barcaza a la deriva.

Paco Enamorado:
Encantador de miedos.
Pergamino de piratas.

Paco Enamorado
dejó los adoquines mojados
sin invierno.

Duende Blanco :
Nos veremos.

El Coleccionista De Momentos

SECRETOS DE LA LLUVIA

Al fin regresó la lluvia
para desempañar mis ojos
infinitamente desérticos.

Infinitamente desnudos, y
ansiosos de lluvia.

Al fin regresaron
los charcos hambrientos
para devorar mis pisadas.

Regresaron las alas del invierno
para volar al cielo
y ofrecer sus lágrimas.

Regresaron todos los recuerdos,
para preservar en mí sus besos.

El Coleccionista De Momentos

PUEBLO

Campos verdes
verdes campos,
quien quisiera ser campo
de lirios blancos.

Olivos de mis campos,
semillas de tus manos.
Verdes campos
de olivos y lirios blancos.

Caracola de tus labios,
amapola de tu cara,
rojo atardecer
como las trencillas de mi amada.

Ojos negros
negros ojos,
que amanecen de oro
por los rastrojos.

Torres de Pero Gil
pueblo blanco,
por olivares de Guadalquivir
te han visto paseando.

El Coleccionista De Momentos

EL COLECCIONISTA DE MOMENTOS

Mueven los molinos el aire.

El aire ama a los molinos
que indiferentes contemplan
a los gigantes que les manejan.

Besan los ríos solitarios
las cumbres con cara de infancia
y cuerpo de ataúd de pobre.

Colectivos de hormigas
derrochan su desnudez sin atributos.

¿ Alguien dijo que las ventiscas
solo son cosas del aire ?

¿ Alguien dijo que los vientos
son fetos que dormitan
con veletas indecisas ?

Nuestro rostro
es de gusano bien vestido.

Y los baremos
que nos visten de apremios,
solo son espejos
buscadores de momentos.

El Coleccionista De Momentos

CUANTAS COSAS DEJARÉ

Dejaré que la lluvia
apague el fuego de las tormentas.
Dejaré que susurre
a los rebeldes que bostezan.

Dejaré de soñar
esperando que la primavera
me despierte.

Que el tiempo pase
sin mirar,
gritando al mundo que se pierde.

Dejaré que mi orgullo
se rompa como el vidrio
en una noche sin sombras.

Dejaré mis ojos empañados.
Mis labios embalsamados.
Mis manos abiertas.
Y mis pies descompasados.

Y miraré las calles desiertas
y el silencio obligado
que nunca miente.

Cuantas cosas dejaré
cuando las hojas secas
respondan enfadadas al viento.

Cuando la noche oscura
desembarque en el puerto
de la locura.

Cuantas cosas dejaré
cuando las soledades
dejen de ser fronteras desiguales
cinceladas en mapas adversos.

El Coleccionista De Momentos

CAMPOS DE SARAMAGO

Delgados supervivientes
pastorean mirando al sol.

El terronal
se torna de esplendor
cuando alfombran sus pies
de vida indiferente.

Espontáneos manojillos
que bordean los caminos, estampan
horizontes amarillos y verdes.

Cenicientas en floreros de la tierra
con las manos de arcilla.

Nodos de la luna nueva
escalan los tejados
suspendidos de serenata,
entre aplausos
de lechuzas encantadas.

Se sorprenden las farolas
cuando te miran con disfraz de galán.

Cuando abre sus postigos la primavera
mis ojos se inundan de Saramagos
y de riberas portuguesas.

De hombres necesarios, que derrotan
los calendarios de las guerras, aventando
con la pluma y con la voz, con el cuerpo
y con el alma: semillas de esperanza.

Gracias José, por ser un Saramago
de mis campos.

El Coleccionista De Momentos

1/17/2006

AL VINO DE TETRABRIK

El vino acompaña a la soledad
de los bancos adheridos
a la fría piedra del silencio,
murmuradora de parques
de desordenadas hojas
que a veces el viento esparce
sin convencimiento.

Abriga los recuerdos de hogares
con iluminados rincones
donde maduraron los aromas suaves
y los relojes ordenados.

Donde los equipajes
descansaban en armarios
de pies calientes.

El vino desnudo
regresa los inviernos deshabitados
para conversar con la escarcha.

Acoge sus alientos
en comedores fríos de apagados colores
con la identidad de olivo distante.

Su semblante de hierba retenida
no se refleja en los estanques.

Sus apasionadas noches
de inspiraciones sin tregua
las despierta la aurora.
En envoltorios de cartón. Muy frágil.

El Coleccionista De Momentos

SOLO PUERTAS

Miré a mi alrededor
y solo vi puertas.
Las puertas censuran el aire
con latidos de venganza.

Infinitos campos de balanzas
que rompen la confianza de las ciudades,
quebrando la intimidad
de la arquitectura.

Desconsuelo de recibidores
que alcanforan sus trajes
en cajones de las plazas.

Las puertas son fracasos del verano
que se embriaga de pantanos
devoradores de ríos indecisos.

Nuestros sueños son puertas encajadas
que el agua escalerada
recorre a su antojo.

Nuestro cuerpo sin puertas
solo sería un globo que sondea las nubes.
Un busto abandonado
en el recodo de un museo.
Un gusano disecado.
Un manuscrito
que el transito de los planetas
veló con sus rayos.

Solo puertas
donde la luz activa el cronómetro
de nuestras limitaciones.

Sueña el amanecer
con abrir las puertas indiferentes
de los girasoles del mar.

Alrededor de nuestra puerta
los sabios se lamentan
por su corazón de retazos.

El Coleccionista De Momentos

OTOÑOS

Cada persona es un otoño.

Las hojas que el sol ha ofrecido al viento
son buscadoras de palabras
en nuestro interior de silencio.

Cada otoño
es un apeadero
donde se embarcan
la melancolía y los amores arropados.

Un nuevo blanquear de canas
que preguntan al espejo de la mañana
y responden al atardecer del horizonte.

Cada otoño es más anochecer y menos
Alba, más escarcha y menos rocío.
Más puerta que ventana
observadora del mar.

Cada otoño
es un descanso del estío.
Una balada de oleajes
con dentaduras blancas.
Una ruta subrayada en los mapas
de nuestra conciencia.
Una caravana en los caminos
donde los arroyos refrescan las miradas.

Cada otoño
es inspiración
que mira a los anocheceres.
Un fantasma
que pasea con abrigo incoloro.
El aguijón de un escorpión.
Un feto sumergido.

El Coleccionista De Momentos

EJERCITOS DE VALIENTES

Quiero hacer un ejercito
de valientes.

Sí. Un ejercito de valientes.

Quiero hacer un ejercito
de jardineros,
que siembran en las noches sombreros
para cuando el sol despierte.

Un ejercito de alfareros
que consuelan los tejados.

Quiero hacer un ejercito
de trovadores,
que incendian de besos
los rencores.

Quiero hacer un ejercito
de crisantemos,
que recitan en los cementerios
al compás de los muertos desahuciados.

Contigo joven descontento.
Incluso conmigo,
que no vivo desatento
de las soledades.

Quiero izar la bandera
del desaliento.
Para que despierten
los vientos.
Para que griten
las tempestades.

El Coleccionista De Momentos

FEDERICO Y YO

Un festín de sapos
endulza los estómagos de los destronados
en la noche sórdida.

Estallaron las campanas.
Su voz de cántaro
sorprende a las ranas encantadas.

Siguieron comiendo harapos
para fabricar atuendos
de legionarios de trapo.

En su soledad,
en su mas profunda soledad,
Fueron abandonados
por un pirata
que vomita fuego.

¿Has visto esos castillos
que surgen del barro?
¿Y esos molinos
construidos sobre andamios?
¿Has visto esos caballos de aire
que embisten a las sombras?

¿Que has visto?

¿Son acaso templos sepultados
por lagartos de granito?
¿O tal vez testamentos
tamizados por el olvido?

El Coleccionista De Momentos

LOS LIBROS

Cuando las arañas
tejen sombreros de paja
para ocultar el sol

se desentienden de los duendes,
que perdidos en el bosque
construyen puentes,

para que duerman
las odas valientes
donde la luz descansa.

Cuando los enigmas de los lagos
no son solamente
un rumor,

los secretos de los peces
liberan el calor
de las noches apasionadas.

Cuando estas solo,
cuando solo
tu sombra te acompaña,

la tinta te abraza
indeleblemente mansa.

El Coleccionista De Momentos

1/16/2006

NUESTROS FANTASMAS




Los fantasmas no duermen.
Son solamente fantasmas.

Son nuestro interior transparente
que a veces nos desacompaña.

Son estampas
sobre el reverso de una pared
donde cruzamos las miradas.

los fantasmas nos visten a diario.
Nos descubren
lo descalzos que pisan nuestros pies.

Los fantasmas son un aliento frio
en la escalera que nos sobrepasa.

El Coleccionista De Momentos